El factor emocional y afectivo en el aprendizaje de idiomas
En el post anterior reflexionaba muy someramente sobre mi alfabetización en árabe. Comentaba que se produjo cuando yo tenía 18 años, es decir, ya era adulta y en un ámbito académico reglado como es la universidad. Además, cuando empecé mi relación con el árabe yo era castellano parlante con un conocimiento nulo de la lengua árabe. El motivo principal por el que yo estaba matriculada en Filología Árabe era lo mucho que me habían hablado de mi abuelo paterno y de que había estudiado este idioma para dar clases en la Universidad de Salamanca.
Con esos ingredientes como punto de partida, mi historia con el árabe podía haber salido mal. Podía haberme cansado o aburrido. Sin embargo, este idioma me ganó el corazón y me caló. Me entusiasmé totalmente con su aprendizaje porque es absolutamente fascinante. Finalmente, la propia lengua y su belleza se convirtieron en mi principal motivación para continuar con su estudio. Por cierto, en aquel momento y, en general siempre, me he encontrado con la misma pregunta: ¿por qué estudias árabe? ¿Tienes familia árabe? (A esta pregunta añádele cierto gesto de extrañeza o asombro? A la gente le cuesta entenderlo). Por eso me pregunto: ¿qué otros motivos podía haber aducido?
Razones por las que estudiar un idioma
- Podía haber dicho que quería mejorar mi currículum o ascender dentro de una empresa. A pesar de que no era el caso. Transcurridos unos años, descubrí que podía haberme sido útil si me hubiera decidido a convertirme en azafata de vuelo para Emirates. (Pero eso es otro historia).
- Podía haberle dicho a la gente que tenía familiares árabes. No era el caso, pero, de cierta manera, sí era as
- Podía haber dicho que iba a hacer carrera diplomática. (Sonrío porque en cierto punto de la carrera, se me pasó por la cabeza esta posibilidad)
- Si me preguntaran ahora, podría contestar que es una estupenda manera de mantener en forma mi cerebro y escapar de las temidas enfermedades degenerativas.
- Podría haber dicho que quería trasladarme a vivir a Marruecos. Por tanto, necesito comunicarme en la lengua vehicular del mismo para sentirme parte de la nueva sociedad de acogida.
Sea cual sea la razón, lo importante es que exista porque será el que te ayude a lograr tu propósito. Por supuesto, puede suceder que te enamores tanto de la lengua de estudio que sea por sí misma la causa para perseverar y no abandonar.
Divagaciones
Volviendo a la cuestión del aprendizaje o la enseñanza (ya no puedo separarlos) del árabe ahora me pica la curiosidad por saber cuál es el perfil del estudiante de esta lengua. Hasta ahora no se me había ocurrido pensar en ello: ¿cuántos españoles que no tienen origen árabe lo estudiamos? ¿Cuántos son de origen árabe? ¿por qué lo estudiamos en un caso u otro? ¿La enseñanza de árabe como lengua extranjera está destinada solo para adultos? Si hay niños que lo estudian, ¿en qué ámbito lo hacen?
Yo tengo los datos de mi promoción, pero poco sé de lo que ocurre con las personas que estudian en las escuelas oficiales de idiomas u otras universidades españolas. Si alguien que pase por aquí, tiene datos al respecto y me los puede proporcionar o darme alguna pista, me encantará echarles un ojo.
Seguro que el estado de la cuestión ha cambiado mucho en estos 18 años, que es el periodo de tiempo que ha transcurrido desde que me licencié. Sé que ha habido algún congreso que otro sobre el Árabe Lengua Extranjera, pero no he sido capaz de encontrar mucha información al respecto.
Creo que dejaré la reconstrucción de mi proceso de aprendizaje de la lectoescritura del árabe para la siguiente publicación. A ver si encuentro mis cuadernos escolares.