Por Silvia Rubio Taberné
@Silvia84
“Cierro los ojos para no ver desfilar la ciudad, para no ver las calles de Argel, la blanca. Nací aquí, siempre he vivido aquí y seguramente moriré aquí, y ya no veo la blancura, la belleza o la alegría de vivir en esta ciudad, solo los agujeros que me hacen hundirme en mi sitio, las palomas que se cagan en mi cabeza, y los jóvenes parados que intentan meterme mano por la calle”
“Cierro los ojos para no ver desfilar la ciudad, para no ver las calles de Argel, la blanca. Nací aquí, siempre he vivido aquí y seguramente moriré aquí, y ya no veo la blancura, la belleza o la alegría de vivir en esta ciudad, solo los agujeros que me hacen hundirme en mi sitio, las palomas que se cagan en mi cabeza, y los jóvenes parados que intentan meterme mano por la calle”, narra Yasmine desde las páginas de El reverso de los demás y así, de un plumazo, te sumerges en lo cotidiano de una Argelia alejada de la postal.
Kaouther Adimi (Argel, 1986) tiene apenas cinco obras por las que ha recibido el doble de premios. Si por tus manos caen El reverso de los demás, su primera novela, o Nuestras riquezas, ambas publicadas en castellano, se entiende tanto boato.
Adimi parece que es autora de pocas palabras. Si una tiene el talento de contar mucho con un estilo preciso, certero, bien contado, no hace falta caer en páginas paja. No lo necesita, sabe lo que quiere contar y lo cuenta como nadie.
Capaz en Nuestras riquezas de narrarnos las vicisitudes de fundar una librería-editorial que, para más inri, fue la ‘descubridora’ de Camus, atravesó como pudo la Segunda Guerra Mundial y los comienzos de la revolución argelina, mientras cambiando su línea temporal (quizá la parte más floja del libro) grita su amor a los libros; en El reverso de los demás, Adimi nos fotografía una familia argelina y su vecindario.
De sus personajes apenas tenemos un esbozo. Las 90 páginas de este relato no pretenden ser una llamada de atención ampliamente desarrollada de la situación de la mujer, de la sociedad, de la falta de horizonte laboral de los jóvenes argelinos o de sus sueños de labrarse un futuro lejos de su país, aunque de todo ello se habla en sus páginas.
No. Libros que relatan pormenorizadamente estos temas tenemos cada vez más, las noticias incluso nos recuerdan de pasada lo turbulento de la actualidad argelina, así que la autora parece centrarse en problemas más comunes, más universales: lo poco que conocemos a nuestra propia familia o a nuestros amigos y vecinos porque realmente no nos paramos a saber más, no nos detenemos a escuchar, a preguntar, así que los silencios se llenan de ideas preconcebidas.
En varios capítulos cortos nos presenta a un elenco de personajes carcomidos por dentro que no hablan entre sí, de los que no tenemos referencia y de los que no sabremos su final. Cuenta con un epílogo como vuelta de tuerca. Pero poco más: el libro es la captura de un momento y unos pensamientos, no una historia desarrollada. Quizás ahí radique la única pega del relato. Los protagonistas dan para mucho más, el boceto de todos ellos deja con la miel en los labios y la sensación de que se han desaprovechado unos personajes, en especial el de Yasmine, que podrían dar para una novela ellos solos.
Pero quizá la idea era esa, demostrar que si alguien puede en su primera novela dejarte con ganas de más será porque merezca la pena seguir la pista de la autora.

2 opiniones en “El reverso de los demás, Kauther Adimi”