A continuación traduzco una artículo de Dina Amine para Arablit. Después de leer estos fragmentos, he considerado que merecía la pena traer un poquito al español. Espero que sea interesante.
En el último número de Arab Stages –ya es el undécimo– Dina Amine ha traducido la obra de teatro El barquero de Sameh Mahran.
En esta sátira surrealista, una pareja egipcia, que se prometió hace siete años y que todavía no ha podido casarse porque entre los dos no consiguen reunir el dinero necesario para comprar un apartamento donde vivir juntos, intentan encontrar un lugar en el que estar juntos.

Cuando comienza la acción, la pareja está sentada en un banco, uno lejos del otro, según el director de escena y mientras los dos intentan besarse, el chico joven dice: «Tengo miedo de que alguien pase por aquí». En ese momento, nos damos cuenta de que la pareja debe estar sentada en un lugar por el que pasa gente porque el chijo joven añade: Estas luces me irritan.
Entonces, piensan en irse en el autobús porque, allí, por lo menos, cuando hay un bache pueden rozarse cuando nadie los mira. Sin embargo, en ese momento comienzan a hablar de nuevo sobre el mar – que está frente a ellos- y los peces que ahí allí:
El joven: La característica más bonita de los peces es que no necesitan quitarse la ropa.
La joven: Y hacen el amor tal cual, no necesitan esconderse.
El joven: ¿Y no te parece una osadía?
La joven: Sííí, una gran osadía.
Para rematar, el joven añade: » Las nuevas generaciones de peces deberían ilegalizados».
A continuación, el discurso deriva hacia otro espacio en el que intentan mantener relaciones sin que nadie les vea: el cine, un lugar donde pueden meterse mano porque hay oscuridad; aunque la joven remarca que: «Cada vez que vamos al cine, la cremallera de tus pantalones al bajar hace más ruido que los tanques. Siempre me parece que todo el mundo sabe exactamente lo que estoy haciendo«.
La solución siguiente que propone el joven es cruzar el mar:
La joven: (susurrando) Dicen que al otro lado, la gente va a la playa desnuda.
El joven: Y que los hombres besan con lengua a sus amantes en público.
La joven: Tampoco te olvides de que también chupan los pezones de las mujeres como si nunca los hubieran destetado.
Otro lugar en el que pueden estar juntos es en sus sueños. De ahí que imaginen un espacio en el que estar juntos como amantes (por ejemplo, una bañera se convierte en un lago); aunque pronto se ven arrojados a la triste realidad y se encuentran otra vez expuestos.
Cuando, por fin, se besan, un policía y su mujer pasan cerca de ellos y los amenazan. En ese momento, el joven se encara y les dice:
El joven: (Cambia su anterior tono de voz) ¡Por favor, lléveme a mí! ¡A ella déjela!
El policía: ¿Y qué digo yo en comisaría?
La mujer del policía: Que el joven se estaba besando así mismo. Que estaba estrujándose sus labios y que estaba acariciándose el pecho. ¡Ah! Y que también estaba acariciándose los brazos de una forma muy dulce.
El policía y su mujer, le quitan el reloj en un abrir y cerrar de ojos al chico, al tiempo que le sugieren a la pareja algo para esos momentos en los que quieren estar a solas:
El policía: Tengo un hermano que tiene un barco.
La mujer del policía: Podría llevaros en mitad del mar.
El policía: Allí no hay mirones ni nadie que pueda veros.
La mujer del policía: Allí solo hay agua, aire y cielo.
El policía: No os costaría mucho.
La mujer policía: Basta con que le deis un poco de alcohol y algo de hachís.
Una vez ahí, en mitad del mundo, tanto la joven como el joven están a merced del barquero, que resulta no ser tan magnánimo como su hermano policía y su cuñada. Así que, cuando el barquero los amenaza, ¿a dónde podrían ir?
Estos personajes personajes menores del estado y el control patriarcal están interrelacionados con las políticas intangibles de natalidad y de control económico tal y como escribe Amine: » el final de la obra no trae esperanza en el futuro para el resto de la población».