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Las creencias sobre el árabe y su enseñanza/aprendizaje

Me hubiera gustado contar con un diario de aprendizaje de los tiempos en que empecé con el árabe para echar mano de él ahora y contemplar cuál fue el proceso y los resultados. Hace 2o años nadie me sugirió que llevara un diario de aprendizaje o que guardara los ejercicios y, oye, ahora se me antoja que es un instrumento más que útil. Creo que tener la posibilidad de ver reflejados tus avances, te hace sentir bien y motivada.

Por eso, cuando decidí retomar mi (re)aprendizaje de árabe, me pareció imprescindible abrir este blog. Así, tendré algo a lo que agarrarme en el futuro y frustrarme menos porque, en mi opinión, he arrastrado durante demasiados años la creencia absurda de que el árabe era una lengua imposible de dominar. ¿De dónde salió esta idea? Por desgracia, de mis profesores. Es una pena, pero es así.

Como alumnos pasamos mucho tiempo sentados en el aula recibiendo las enseñanzas de un docente que tiene su experiencia del mundo, sus ideas y sus formas de hacer. Lo vemos dos o tres veces por semana durante una hora o hora y media (hablo de la facultad) e interiorizamos sus formas de hacer. Quien habla de las formas del profesor, habla de los materiales seleccionados: manual, audios, vídeos, etc., y su explotación en el aula. Por esta razón, considero un paso básico plantearse qué modelos docentes estamos siguiendo, qué ideas tenemos sobre cómo enseñar un idioma o de cómo se aprende.

En mi caso, que ando en el negociado del aprendiz (siempre lo soy), voy a revisar las creencias sobre el árabe que me transmitieron. ¿Por qué? Porque voy a exorcizarlas y quemarlas en la hoguera para avanzar. (A lo mejor tenía que haber publicado esto en la hoguera de San Juan. Ya voy tarde).

Creencias sobre el árabe

Rebusco en mi memoria y esta son las ideas/creencias que desarrollé sobre el árabe. Vaya por delante que han pasado 20 años y que la memoria es frágil, plástica y moldeable. Allá voy.

  • El árabe es un idioma difícil, muy difícil; dificilísimo. A veces, te hacen creer que su grado de dificultad es tal que es imposible aprenderlo. Es más, creo que llegas a convencerte de ello gracias a los métodos de enseñanza/aprendizaje aplicados: Gramática/traducción. A mí que tanto me gustaba el latín, no podía dejar de comparar cómo estaba aprendiendo árabe con mis clases del primero. La cuestión es: ¿Qué ocurre cuando quieres aprender un idioma o una materia que te presentan como un arcano? Pues, dos cosas: que te aburres como una ostra y abandonas o te enamoras y te empeñas en descifrar el misterio. En el primer caso, no hay mucho que comentar. Si optas por lo segundo, te toca buscarte la vida porque no ves horizonte tal y como está planteada su enseñanza en nuestro país.
  • La lengua árabe es una lengua viva que se enseña como si estuviera muerta. No todo el mundo quiere saber árabe para estudiar las inscripciones de la Alhambra, por poner un ejemplo. Hay quien desea aprenderlo porque quiere hablar con su vecino
  • El árabe fusha es lo que hay que aprender. Gracias a él podrás aprender cualquier otra variedad de árabe o dialecto, escuchabas. ¿Problema del Fusha? Que no se habla en la calle y eso frustra, y mucho. Se invierte una gran cantidad de tiempo en este aprendizaje y, de repente, llegas a un país árabe y te miran como si fueras extraterrestre cuando intentas mantener una breve conversación. Entonces te preguntas: ¿Qué puñetas estoy estudiando? Al fin y al cabo, cuando aprendes un idioma lo que quieres es comunicarte con él. ¿O no?
    • Hay dialectos de primera y de segunda. Hay una idea por ahí (y no digo que no circule entre los propios nativos árabe) de que las variedades de árabe orientales son mejores que las magrebíes. En fin, no sé. A mí esto me recuerda un poco a las polémicas que hay con la enseñanza/aprendizaje del español. ¿Qué variedad es mejor enseñar? ¿Hay que recurrir a un estándar que suena ortopédico? (Sino, mira la polémica que hubo con los subtítulos de la película ROMA a un español estándar porque se supone que los otros hablantes no íbamos a entender el mexicano? En fin, no sé. A mí, particularmente, me gusta escuchar todo tipo de acentos y usos. Desde mi punto de vista, enriquece más que empobrece; pero, oye, para gustos, los colores. ¿El marroquí (dariya) es de categoría inferior al egipcio o el levantino? No lo creo. (Que sí, que me he encontrado con árabes magrebíes que me dijeron no estudies árabe aquí, vete a Egipto o a Siria. O Sirios que te dicen que no entienden ni papa de lo que dice un marroquí. Incluso marroquíes que te dicen que ellos no hablan árabe. De hecho, al principio del curso 2018/2019 hubo una polémica en Marruecos porque en los libros de texto de Lengua árabe en primaria habían introducido palabras del dialectal. Cosas de las lenguas y sus hablantes).
  • El árabe es como las matemáticas. ¿Qué significa esto? No lo he descubierto todavía. Supongo que es porque atiende a reglas, ¿como el resto de lenguas? ¿Que los esquemas vocálicos se cumplen? No sé… En cualquier caso, esta es una de las premisas con las que aprendí este idioma y vaya por delante que yo siempre he sido un desastre matemático y, además, no entendía el símil. ¡Madre mía! (carcajadas). Allí te largaban una hoja con una tabla donde aparecían todos los verbos con sus formas y sus números romanos. La (I) se flexiona así o la (VII) asao. ¡Ah! Números romanos más sus esquemas vocálicos. Yo, la verdad, siempre me pregunté, ¿a dónde me lleva esto? Con el tiempo y después de ver muchas series turcas dobladas al árabe, me di cuenta de que no se tratan de derivaciones morfológicas; sino que son verbos distintos.
  • Aprender gramática árabe es aprender análisis sintáctico. Yo no sé la de análisis sintácticos que hice durante el tercer año de carrera, ni la cantidad de ejercicios de parrillas de categorización gramatical que rellené. (Ojo, que de algo me sirvieron, pero me hubieran servido más si el planteamiento hubiera sido otro). Vaya por delante que la gramática me gusta y me parece, por poner un símil o hacer una comparación, el soporte para el contenido que quieres comunicar; pero no es lo único ni lo más importante porque, ¿qué hay del léxico, de la pragmática, la próxémica, etc.? Mi pregunta es, en este caso, similar a la que te hacen los alumnos de L1 cuando tienen que realizar una pila de análisis sintácticos: ¿y esto para qué, profe? Y, la respuesta: Así, para nada. Aplicado de otra forma, es otro mundo y una ayuda muy grande. ¡Qué bonito sería tener un nivel de árabe tan alto cuanto terminas la carrera como para ser capaz de corregir tus errores cuando redactas! Eso querría decir, además, que podrías poner ejercicios de redacción a tus alumnos y corregirlos. Yo sueño con eso por las noches. ¿No sería mejor enseñar la gramática que sirva para comunicar? Vamos, la gramática de las lenguas vivas.
  • En España no hay desarrollo de la didáctica del árabe. Bueno, este enunciado lo formulo así ahora. Cuando estudiaba era algo así como: ¡Qué fastidio que no haya libros de árabe para los españoles! ¿Cómo se puede aprender árabe a partir de una tercera lengua? Claro, esto me lo preguntaba porque el método de enseñanza era gramática-traducción y para acceder al árabe te tocaba pasar por el camino de otras lenguas. Ahora tengo una visión muy clara sobre el estado de la cuestión porque he leído lo que Anís del moro ha escrito al respecto. Se puede decir más alto, pero no más claro ni mejor escrito.
  • El arabismo (leáse la Universidad) parece un club secreto; si quieres acceder, necesitas conseguir un salto y seña que solo consiguen algunos afortunados. No sé cómo desde este mundo no se hace más para promocionar el estudio del árabe, ni se le da esplendor, ni se difunde más la existencia de estos estudios. Y no solo porque necesites mantener tu plaza en la Universidad; sino porque, de verdad y con el corazón, creas que son unos estudios útiles para la sociedad. Yo creo que lo son; más aún en los tiempos que corren. Confieso que asisto con perplejidad como cuando hay algún problema en el mundo árabe, se consulta con cualquier otro profesional antes que con un arabista; salvo en el caso de Ignacio Álvarez Ossorio que ha pisado algún plató que otro para hablar de Siria. Aunque es posible que aquí haya una creencia que revisar por mi parte: ser arabista, te convierte en experto en el mundo árabe.

Hasta aquí algunas de las creencias que desarrollé sobre el árabe y su enseñanza que, como estudiante, han obstaculizado mi aprendizaje. Si le sirven a alguien para pensar, estupendo. Ahora me pregunto, con estas creencias, ¿qué clases daría de árabe si simplemente las aplicara y no me planteara que, tal vez, haya otra forma de enseñar/aprender esta magnífica lengua?

Arabista nómada

Mi nombre es Thais Pintor y soy salmantina, el primer paso fue Túnez, ahora vuelo un poco más lejos. Siguiente destino: Egipto. Estudiar árabe en España fue "fácil", enfrentarme a la inmersión lingüística, no tanto.

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