Alfabetización
Enseñanza de la lectura y la escritura de una lengua a una persona, especialmente a un adulto.
A los 18 años pasé por mi segunda alfabetización (¿o fue la segunda?). Ahora mismo tengo esa duda porque he estado buscando información y no me ha quedado claro.
En cualquier caso, aventuro una hipótesis y veré si la confirmo más adelante o no: cuando hablamos de nuestra lengua materna aprendemos el alfabeto cuando ya tenemos adquirida la capacidad oral de comunicarnos. Sin embargo, cuando comienzas a estudiar árabe sin haber tenido contacto jamás con él, tienes todo el camino por hacer. Es decir, estás ante un proceso de aprendizaje mucho más complejo porque no cuentas con los referentes fonológicos, ni las estructuras gramaticales, ni las referencias culturales, ni pragmáticas, ni nada de nada.
No obstante, cuando empecé mi aprendizaje del árabe, no me daba cuenta de que, en realidad, estaba emprendiendo el camino de una nueva alfabetización. Estaba incorporando a mis estructuras neuronales lingüísticas una nueva información muy alejada de la propocionada por mi lengua materna: el español.
Por lo general, dicen que si ya has aprendido otras lenguas, es muy fácil estudiar otra más. En mi caso, mi experiencia previa había sido con el inglés, una lengua mucho más cotidiana para nosotros, y que se enseña con la intención de que nos comuniquemos con ella. Una lengua que me exigió aprender otro alfabeto distinto al latino fue el griego antiguo, que aprendí en 3ª de Bachillerato; un aprendizaje cuyo objetivo era descifrar un texto para traducirlo a continuación. Cuando aprendí ese alfabeto, lo hice como quien estudia un código porque desea desentrañar un misterio. Esta segunda actitud fue la que elegí para acercarme al aprendizaje del árabe por primera vez.

Alfabetizarse en árabe
Al comienzo de este post, me planteaba si he pasado por una o dos alfabetizaciones en mi vida. Voy a ver ahora cuáles son las diferencias entre una y otra: cuando aprendes a leer y escribir en tu lengua materna, ya has adquirido la habilidad de comunicarte oralmente; entiendes los mensajes y puedes producirlos. Sin embargo, cuando aprendes una segunda lengua como el árabe (al menos en mi caso), partes del cero más absoluto. No estás familiarizada con ella porque no se encuentra en tu entorno más cercano; no has escuchado a nadie hablarla, ni ninguna canción, no has articulado palabra alguna en ella,… De hecho, creo que lo único que había visto escrito en árabe antes de empezar a estudiarlo era las inscripciones del emblema nazarí en la Alhambra de Granada. Obviamente, me parecían un adorno fantástico porque, sin duda, el árabe es de una gran belleza y su caligrafía todo un arte.
En este caso, el proceso de adquisición de la lengua árabe se produjo a partir de su versión escrita y sin ninguna referencia oral. Es decir, accedí a la lengua que quería estudiar a través de la escritura y no de la oralidad como ocurre con la lengua materna. Así, aprendes al mismo tiempo a dibujar el alifato y las correspondencias entre las grafías y sus fonemas para poder descifrar y producir el texto escrito. (Este tema en concreto, se merece otro post para él porque quiero hablar sobre actividades didácticas que me hubieran sido de gran utilidad para desarrollar la caligrafía).
Este proceso no es sencillo porque tus esquemas mentales se ponen totalmente a prueba. Las grafías no solo distan de las latinas a las que tan acostumbrada estás; sino que, además, se escriben en sentido contrario. Tienes que empezar a escribir de derecha a izquierda y a abrir los cuadernos por la parte que nosotros consideramos el final. Es decir, el final se convierte en ese momento en el principio. Parece una nimiedad, pero no lo es tanto. ¿Has probado a cambiar de lugar un objeto que siempre dejas en el mismo sitio? ¿Qué ha ocurrido?
Esto significa que con 18 años vuelves a verte como un niño ante su cuaderno de caligrafía o tu libreta de cuadros o dos rayas para llenarlas de líneas de práctica con cada una de las letras. En mi caso, aprendí con el cuaderno que Jesús Zanón creó para las clases de árabe de la Universidad de Alicante. Pasados 22 años de este momento y con la perspectiva que me ha dado ser docente de idiomas, puedo decir que me hubiera gustado contar con más técnicas de aprendizaje para adquirir y desarrollar la capacidad lectoescritora en árabe.
Una vez que has desarrollado mínimamente esta capacidad en árabe, pasas a familiarizarte con la lengua oral para ir otra vez a la lengua escrita. (Esto también necesitará desarrollo)
Todo este camino lo puedes recorrer con alegría y espíritu aventurero o lo puedes hacer con cierto grado de frustración porque no avanzas tan rápido como te gustaría. Desde luego, el aprendizaje del árabe necesita de un umbral de tolerancia a la frustración alto.
¿Has aprendido árabe? ¿Me cuentas cómo te fue? ¿O cómo te va?
Cosas de la vida, siendo de Madrid yo tuve mi primera clase de alifato en tu ciudad, un septiembre de hace tiempo en casa de un añorado amigo y «arabista de y con corazón», arabista de mesa camilla que se decía él mismo. 20 años después lo uso sobre todo para leer y escribir el persa, pero sigo siendo mucho más lento que en cualquier lengua que lea en alfabeto latino. ¡Muy chula tu web!
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¡Muchas gracias! Yo intenté aprender persa en la facultad con José Francisco Cutillas, ¿lo conoces? La pena es que no llegue muy lejos con este idioma a pesar de que considero que Irán es un país muy atractivo.
¡Bienvenido seas a esta casa!
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Muchas gracias a ti por la bienvenida. Dedicándome a cosas persas, lógicamente he oído mucho el nombre, pero no mucho más. Le queda mucho por recorrer a los estudios iranios en España, pero sin duda Irán y su área cultural, su historia, su literatura, etc., son fascinantes. Yo cuando las conocí me centré en ellas, aunque luego me he distanciado del mundo académico. Saludos.
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