No sé, me doy ternura a mí misma. De hecho, estoy escribiendo esto y se asoma una sonrisa a mis labios. Me pregunto si no estaré loca porque me gustaría contagiar este cariño que tengo por el árabe y su cultura. A ratos, me parece una idea alocada dado cómo está el panorama.
Para colmo, este mundo de los blogs ha cambiado un montón. Me siento viejuna y desactualizada. Sigo sonriendo. Cuando empecé los primeros fue por pura necesidad de comunicarme; estaba trabajando como docente de E/LE y me sentía aislada. No tenía con quién compartir mis inquietudes. Entonces, se me ocurrió comenzar un cuaderno de bitácora. El resultado fue mágico. Conseguí una gran cantidad de retroalimentación y me divertí muchísimo.
Era la edad de la inocencia y la ingenuidad en la red. Había muchos blogs fantásticos con los que aprender. Había ilusión y ganas de compartir. (A lo mejor esto es una idealización).
Ahora todo esto se ha profesionalizado mucho. De hecho, es grandioso que exista gente ganándose el pan escribiendo un cuaderno de bitácora. Hace once o doce años ni se me hubiera pasado por la cabeza que un diario en línea pudiera dar dinero o monetizarse. ¿Cómo no fui capaz de subirme al carro? ¿Será que tengo un espíritu un poco pobre? Son preguntas que me hago y sigo sonriendo. Me doy ternura.
A ver si esta vez, también doy yo con la fórmula y me forro. Ahora la sonrisa es más grande. En cualquier caso, ojalá que, si pasas por aquí, descubras una canción, un libro o algo que se quede contigo. O que te sirva, como a mí mi carrera, para abrir una puerta que te lleve a un lugar que merece la pena conocer y explorar.
Aquí te dejo a Aziz Maraka, un cantante, compositor, productor jordano, con una canción que bien se puede escuchar en bucle porque, al final, te hipnotiza. Lo encontré buscando canciones para aprender dialectal levantino. ¡Qué gran invento esto de los vídeos con las letras!
¿No estás bailando todavía?